domingo, 28 de agosto de 2011

Sé muchas cosas...

Sé muchas cosas hoy,
más de las que tú crees, viajero.
Sé muchas cosas y a la vez,
soy la persona más ignorante,
no sé decir que no, no sé abrir los ojos,
pero puedo mirar en la oscuridad y sentir antes que pase.

No puedo pilotear aviones, pero sí provocar temblores,
temblores inconscientes, que dejan mensajes,
mensajes que en el éxodo son oscuros,
pero ya en el génesis cobran luz.

Arriesgué, y sigo arriesgando, no puedo decaer tan fácil...
no me lo permitiré señor, ¡no!
Debo hacer bien las cosas, y de cada caída, esperar,
esperar la siguiente, dispuesta, y la siguiente,
porque no hay mejor forma de aprender, que saboreando el suelo.

Suelo bendito, lleno de otros y otras como yo, suelo que espera,
suelo que me espera, suelo que me raspa las entrañas, que quema,
pero me vuelvo adicta a su presencia.

Entre rosas y una copa de vino

Ahora es el momento, con la puerta cerrada,
picaporte de hallazgos rotos, incrédula,
enamoradiza, centelleante entre patrones.

Escucho los cañones, escucho su llamado,
mas noches, mas meriendas, mas mañanas que son frescas,
¿dónde está la receta? ¡he olvidado improvisar!
mas quedan unas mil rosas sin regar, malditas,
malditas rosas falsas, aparentando pasión,
aparentando mas que una estúpida flor...
Y ellas no tienen la culpa, no me han cortejado,
no me han atraído, no me han conquistado,
no han llenado mi cuerpo de nuevas vibraciones,
no han sabido que esperar llena mis nociones.

Tanto llorar, y hoy sonrío,
ya no sé que sabor tienen las lágrimas.

Hoy canto, hoy brindo, hoy destapo mi sonrisa,
una copa más de vino, para esta ebria crónica,
ebria de placer, no de alcohol al parecer,
vino derramado, degustado a malas tientas,
vino deseado, ¿quién dijo que el vino es solo para ser tomado?